viernes, 10 de julio de 2015

Notas de una adiós [Letras]

Me sorprendía la cantidad de papeles que una persona puede acumular durante su vida, reconocimientos, recibos, documentos, copias, exámenes, algunos papeles fueron útiles en su momento mientras otros nunca lo fueron, pero en este momento solo quería ordenar el caos que gobernaba a toda una colonia de carpetas y sobres. Algunos papeles me daban orgullo, otros vergüenza y la mayoría aburrimiento, pero todos estaban ligados a momentos y recuerdos, es fácil olvidar con el tiempo pero la tinta, el carbón y el papel perduran el tiempo que sean cuidados.

Entre estos papeles una carpeta que se confunde con las demás al ser abierta encuentro que está repleta de ideas e imaginaciones que alguna vez cruzaron por mi cabeza, ideas que se cristalizaran en creaciones eran pocas pero parecían haberme esperado todos estos años para darles una nueva oportunidad, olvide por un momento la limpieza que realizaba y al ver la maltratada carpeta cayeron dos pequeñas hojas que alguna vez pertenecieron a una agenda que nunca recibió ni un numero ni la noticia de alguna cita, pero algo más importante se encontraba en esas dos humildes hojas, una dedicatoria inconclusa para aquel que ahora reposa en paz. Quizás ahora que he visto el hueco que ha dejado en nosotros, sus seres queridos, pueda terminar las palabras que con inocencia había empezado.

Todo comenzó un día normal, como cualquier otro, llegue a mi hogar pensando en cosas banales y sin real importancia cuando recibí la noticia de que mi abuelo había fallecido esa misma madrugada. Todo lo que tenía en la mente se desvaneció en un instante y sin alguna idea de que hacer me dirigí a mi madre para ver como se encontraba tras la noticia, mis ideas aun no habían vuelto así que casi mecánicamente respondí que ya me habían dado la noticia para que luego el ambiente se cargara de silencio... Nos preparamos a salir de inmediato.

Durante el viaje trate de meditar sobre lo que ocurría pero por más que intente parecía que mi mente trataba de evitar el tema, tal vez en realidad toda la familia pensara de la misma forma ya que las amenas platicas del camino por unas horas parecieron hacernos olvidar el motivo del viaje, risas, anécdotas extrañas, recuerdos felices parecían salir a flote fácilmente cuando la norma al hacer un viaje tan largo era el silencio y el sueño profundo, aunque dudaba de que alguien pudiera dormir en este momento. El camino era tan largo como confuso pero la amable gente que encontrábamos durante nuestra travesía nos indicaba la dirección a seguir cuando perdíamos el rumbo a nuestro destino.

Al llegar no pudimos evitar recordar el motivo de nuestro viaje: caras alargadas, gente tomando. No dudaría de que casi toda la gente del pequeño pueblo se encontrara presente; al llegar el llanto de mi madre que hasta ahora no se había presentado salió a flote para unirse al coro de dolientes, casi parecía que era su deber llorar junto a los demás pero sabía muy bien que cada una de sus lagrimas era sincera. Mis tíos la llevaron adentro de la casa donde se estaba efectuando el velorio, trate de seguirla pero solo pude quedarme en la entrada observando aquel ambiente extraño que cubría este lugar que tan familiar me era, un lugar donde solían estar las risas y alegría pero que este suceso transformaba en tristeza, llanto y melancolía.

Dos hileras de sillas se extendían en el interior invitando a la gente a entrar y murmurar sobre antiguos recuerdos, tenía que entrar y enfrentarme a la idea que inundaba el ambiente pero no quería pensar. Al cruzar la puerta al interior de la vivienda un enrarecido, casi podría decir que espeso aire pareció cubrirme y llenarme haciendo que sintiera mareos, instintivamente di un paso atrás volviendo a salir al exterior para tratar de librarme de aquella sensación pero sabía que no debía de irme aun, hice un esfuerzo para volver a cruzar el umbral y dar los pocos pasos que me separaban de él.

Se encontraba frente a mí, en un sarcófago sencillo de color café guardando en su interior a mi ancestro reposando con la paz que lo caracterizo en vida. Incluso su final había sido pacifico; el sueño eterno llego mientras observaba tranquilamente la televisión, ni un quejido, ni una molestia, solo un sueño profundo que se llevaría su último aliento para recibir el descanso definitivo. Mi mente parecía no querer procesar lo que veía, simplemente nunca pensé que vería algo así, bien sabia que esto era algo muy común, pero no se desea pensar en ello. No podía hacer nada más que admirar la obscura caja, me acerque poco a poco viendo su perfil para luego observar su rostro, tan tranquilo y vestido con aquella camisa azul como sus ojos, que le gustaba tanto.

Escuchaba claramente a mi madre llorar junto con sus hermanos y hermanas, cada persona que llegaba se unía a la triste canción de llanto y lagrimas que parecían entonar mientras yo solo podía observar desde una esquina, parecía que no podía hablarse más fuerte que un susurro y como músicos los grillos acompañaban la noche con su réquiem. El momento era triste y no podía si quiera dar una palabra para intentar consolarla que no fuera "si", "no", "estoy bien". Sabía que debía sentirme triste, pero me encontraba con tal confusión que no sabía si lo estaba, simplemente llorar era algo que no podía si quiera imaginarme aun en este ambiente...

Aquellas eran las últimas palabras escritas en las tristes hojas, ahora podía recordar ese momento, no sabía cómo expresarlo pero sin duda tristeza era lo que sentía y esas hojas eran el fruto de tratar de desahogarme de alguna manera que yo pudiera manejar. La gente cambia con el tiempo y quiero pensar que si yo estuviera en esa situación ahora lloraría ante tal escena, pero a veces temo que esa idea sea una ilusión impuesta por mí. Lo que sí puedo asegurar es que ha dejado un gran vacío en todas las personas que tuvieron la gracia de conocerlo como lo muestra el hecho de que el pueblo mismo se puso de luto con su partida, producto de una vida guiada por la ayuda al prójimo. Cada vez que visito aquella casa donde pude dar mi despedida, cada vez he cruzado las arenas para ver su lugar de descanso último en el campo santo.


En memoria de Juan Pablo Alemán.
Por: Yosefat Nava Alemán

No hay comentarios.:

Publicar un comentario