jueves, 24 de septiembre de 2015

Autobiografía de matemático docente

Me encontraba sentado frente al monitor de la computadora mientras que pensaba en la pregunta clave que me había hecho abrir el editor de texto ¿Cómo había llegado a convertirme en docente? Conozco gente que desde joven siempre quiso dedicarse a la enseñanza, pero cuando era joven no me veía como maestro, ni si quiera me agradaba la idea y pensaba que el ser docente en general no era un empleo sobresaliente y mucho menos importante. Cosa que quizás pudiera resultar extraño sabiendo que varios parientes míos y mi madre pertenecían al gremio de la docencia. Pero si algo debía entender es que antes de ser presente como docente había sido forjado como un alumno y estudiante.

Veo ahora las cosas cuando me he convertido en algo que de joven pensé que nunca seria y trato de comprender el por qué tenía esa visión y como esta ha cambiado con el tiempo. Mi impresión de muchos de mis maestros en mis primeros años era de ignorancia, parecía que solo existían como una extensión del libro, solo para repetir en palabras el texto del libro, escribirlas en el pizarrón, hacer que las copiáramos en la libreta y su función más importante, quizás la única relevante que veía, revisar tareas. Esta idea llego incluso a tal grado que pensé que alguien que hubiera podido pasar la materia incluso con un siete estaba completamente capacitado para enseñar la materia, después de todo solo era repetir el libro. Aquellos buenos maestros eran aquellos que pudieran decir algo fuera del libro o pudieran hacer interesante las sólidas palabras de los libros.

Inicie la escuela con muchos problemas, abstraído, a veces alejándome de la realidad que me rodeaba, con malas calificaciones en diferentes materias. No importaba lo que hiciera, mis calificaciones no mejoraban y al revisar mis exámenes pudieron notar que estaban mal revisados, al parecer la maestra consideraba que el entrar un año antes a la primaria era malo para mí y que incluso mis actitudes extrañas podrían requerir psicólogos para atenderme. Mis padres como psicólogos dieron una segunda opinando que yo no tenía nada malo y al tener poco apoyo de la escuela termine cambiando a otra donde mi tía María Elida Jovita Nava enseñaba, donde tendría una segunda oportunidad.

Sabiendo que la materia de matemáticas era de las que más peso tenían a la hora de determinar a un buen o mal estudiante, mis padres pusieron todo su esfuerzo, recuerdo sesiones donde primas llegaban a la casa a tratar de enseñarme cosas y mi padre tenía cierto don para comprender los números que después de años de afinamiento pudo pasar a mí. Poco a poco fui necesitando menos ayuda hasta que en los últimos años de la primaria había subido de alumno rezagado en clase a estudiante ejemplar. Poco a poco me empecé a preguntar ciertas cuestiones que aun que no pudieron ser resueltas por mis maestros, me demostraron más a futuro que quizás el empuje hacia matemáticas había resultado más efectivo que el simplemente pasar mis materias, no sé si sea normal que un niño de primaria pregunte por "números negativos" o "¿Que es trigonometría?" aun que mis referencias fueran programas de televisión donde esos temas eran temidos.


Llegue a la preparatoria sin un camino a tomar aun decidido, pero sin duda en los últimos años había tomado un gusto por las ciencias, era bueno para ver patrones y poder buscar diferentes métodos de encontrar soluciones a problemas, llegando a un par de veces a encontrar métodos más sencillos que los expuestos por mis propios maestros de matemáticas. De todas formas no pensaba mucho en ello, mi preocupación principal era la de jugar video juegos y ver la televisión estando en casa.

Un día uno de mis maestros me propuso entrar a un concurso de matemáticas que se llevaría a cabo de la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas, me parecía una idea interesante aunque no me creía que me fuera bien en el concurso. Le conté a mis padres y al preguntarme como sería el examen les dije que no tenía la menor idea, rápidamente me llevaron a la facultad por algo que pudiera servirme de guía. Al ver los problemas vi que no se parecían a nada que yo hubiera visto antes, la guía era extensa y un poco confusa pero sin duda sus acertijos me parecían divertidos.

Llego el tiempo del concurso y pase largas horas tratando de descifrar los enigmas que tenía frente a mí, pasaron horas, entregue el examen mientras seguía pensando en las preguntas mientras aun después de entregar seguía buscando opciones y soluciones a tan difíciles pruebas. Al final resolví solo dos de los seis problemas propuestos... y me sentí como si hubiera hecho algo grandioso, en aquel momento germino aquella semilla plantada hace mucho tiempo que determinaría mi gusto por las matemáticas. Paso un año y tenía la idea de que deseaba estudiar algo que me permitiera desarrollar un video juego, ya que estos eran unas de mis aficiones favoritas, mis pequeñas investigaciones me dijeron que para poder hacer mi propio juego necesitaba tener buenos conocimientos tanto de matemáticas como de programación, dos materias que se me daban bien, pero al momento de escoger carrera, las memorias del concurso y el hecho de que sentía que yo había aprendido por mí mismo como programar me hicieron decidir el estudiar una Licenciatura en Matemáticas.

Quizás ahora se estén preguntando ¿Que tiene que ver esto con el ser actualmente un docente? Claro que si ¿Acaso pensé que podía compartir mi gusto por las matemáticas? Por supuesto que no. A diferencia de quien soy al momento de escribir estas palabras, yo era una persona bastante elitista intelectualmente, pensando que la mejor matemática era aquella que no se preocupaba por cosas insignificantes como el mundo real, después de todo sus verdades eternas lo seguirían siendo sin importar el lugar o dimensión donde me encontrara, incluso en un vacío sin reglas los conceptos puramente abstractos podrían ser igualmente verdaderos aun sin la existencia de algún fenómeno donde se pudieran percibir.


Todo empezó a cambiar cuando empecé a hablar con mis maestros de la facultad, en especial la Dr. Aracelia Alcorta y el Dr. Hector Flores, quienes tenían visiones muy diferentes de lo que eran las matemáticas y para que se usaban. La Dr. Alcorta me inspiro para interesarme por la investigación, el viaje por el conocimiento inexplorado, poco a poco fue naciéndome el gusto por la idea de convertirme en un investigador, aunque la idea de ser docente aun me resultaba... desagradable. Me gradué de la licenciatura pensando que la matemática pura era el mejor sitio para ampliar los conocimientos, sin la contaminación del sucio mundo real, pero aquellas ideas serian pronto en duda cuando durante mi maestría compartí tiempo con mi asesor, el Dr. Flores. Su actitud ante las matemáticas era completamente diferente a todo lo que conocía, era un matemático aplicado el cual se encargaba de usar matemáticas para poder resolver problemas que tenían personas o empresas en el mundo real y la visión de que el mundo sería mejor si la gente pudiera reconocer y usar los conceptos matemáticos que les rodeaban todos los días... completamente invisibles pero a plena vista de la gente.

Trabaje una temporada de dos años y medio en una consultoría de empresas donde mis conocimientos y mi facilidad para reconocer patrones, junto con mis mejoradas habilidades en programación, me permitieron resolver tareas titánicas para empresas y facilitar con herramientas de mi diseño el trabajo de la gente que me rodeaba. El trabajo me dejaba bastante satisfecho pero aun quería ser un investigador dedicado a encontrar nuevas verdades en del mundo, invisibles pero a plena vista de todos. Fue entonces cuando me di cuenta de la importancia que habían tenido varios de mis maestros durante mi formación, podía encontrar verdades pero si la gente no podía verlas, no podrían hacer un impacto en el mundo. Había aprendido que el ayudar a la gente podía ser grato y que las matemáticas no eran egoístas por naturaleza, solo yo. Fue cuando mi siguiente meta fue revelada, ser profesor investigador.

Pronto me di cuenta de que si continuaba en el mismo lugar no podría cumplir aquellas metas y después un tiempo de hablarlo con mis superiores decidí dejar el trabajo que tenía actualmente y avocarme al camino que había escogido. Deseaba enseñar en alguna escuela y continuar en un futuro que no ha llegado, pero que espero realizar en el porvenir, de continuar mis estudios en áreas más avanzadas, retadoras y desconocidas.

Eso me llevo a mi trabajo actual como docente de la Preparatoria Nº2 los últimos dos años impartiendo las materias de Matemáticas I, II, III y Probabilidad y Estadística o Matemáticas IV. Fue un gran cambio el estar detrás de un cubículo donde mi contacto humano era escaso a estar frente a un grupo de personas con la atención puesta en mí, debo decir que esperaba una capacitación antes de empezar y en lugar de eso me arrojaron a grupos sin la menor idea de que hacer, problemas de disciplina, aplicación de normas y quejas de alumnos con la forma tanto cerrada como estricta de manejar que tenía. Sé que no hice un buen trabajo en mi primer intento aun que poco a poco he ido progresando, aunque el crear conceptos duraderos e inspirar el gusto por las matemáticas siguen siendo un reto para mi persona.


Me he encariñado poco a poco con la docencia a la que estuve muy inseguro en un inicio. Me he preocupado por al nulo interés que algunos alumnos dan por sus clases al grado de dejarlos en el abandono o exilio para evitar que atrasen y estorben a los demás alumnos. Me ha dado gran satisfacción el escuchar a otros maestros y alumnos que mi manera de explicar es tanto practica como sencilla y el poder resolver cualquier duda de la materia por mas desviado que este del contenido. No es fácil hacer que una materia donde el sistema lo dirige como de forma completamente abstracta y descontextualizada pueda llamar la atención de la gente, siempre trato de añadir algún toque o acción cómica esperando que eso se quede en sus memorias y buscar problemas que pongan en duda las formas mecanizadas de resolver problemas los cuales solo fallan con el problema adecuado, obligando a pensar "¿Por qué no funciona?", obligándoles a ver el contexto del problema.

Sé que me falta mucho por conocer, pero dicen que si uno entiende realmente las cosas, puede explicarlas. Muchas veces me he visto descubrir o inventar diferentes maneras de mostrar un mismo concepto, esperando que para cada alumno una de esas ideas sea más fácil de comprender que las demás, que perciban que no existe un único camino o visión a los problemas que pueden enfrentar. Dos caminos completamente diferentes llevan a una solución adecuada (he incluso igual) si son planteadas de la forma adecuada.

Sé que conozco todo lo importante sobe todas las materias que he dado, que puedo buscar las respuestas a cualquier interrogante que pudiera darme un alumno, conozco diferentes programas y tecnologías para mostrar conceptos que de otra manera serian invisibles o incomprensibles. Pero aquello solo es una parte de lo que necesito, mi conocimiento de la mente del adolecente es vago y pesimista en el mejor, aún tengo problemas para controlar la disciplina en los grupos y motivarles a poner atención sigue siendo una tarea retadora. Pero tomando en cuenta el poco tiempo que llevo y la larga vida que espero vivir, todo eso creo poder desarrollarlo con la experiencia de los años.
Por: Yosefat Nava Alemán

sábado, 12 de septiembre de 2015

Autobús Ver.2 [Letras]

Decidí tomarlo aunque nunca lo había hecho, pensaba solo como este tendría que llevarme a cierto local el cual deseaba visitar o, por lo menos, bastantes cercas. En mi obstinación decidí que tendría que llegar por este medio aun sin tener una idea clara del trayecto que se recorrería, omitiendo las opciones familiares y confiables que tenía para escoger otras alternativas de viaje.

El camino inicio tranquilo recorriendo lugares cercanos a donde podría descender, llegando sin muchos problemas con quince minutos de caminata. Tenía la idea de que continuar me dejaría justo en mi destino por lo cual pensé no era momento adecuado de descender. Tomo caminos conocidos pero sin interés por un largo tramo, antes de darme cuenta volví unos pasos de donde había empezado mi viaje.

Habían pasado más de treinta minutos dando un gran círculo. Pensé bajar y tomar un camino de siempre, no quería admitir mi equivocación pero sobre todo todavía podía tener razón sobre la ruta, deseaba comprobar aquello comprobándolo con mis propios ojos. Si resultaba podría incluso ser una nueva ruta a considerar. Empezó recorriendo calles cercanas a la vuelta anterior lo cual me molestaba un poco. El cansancio del trabajo empezó a afectarme terminando por ignorar lo que me rodeaba, en un descuido empecé a alejarme dando paso al sueño, esperanzado de dar vueltas y terminar el recorrido en el origen.

Desperté un rato después para descubrir no poder reconocer los alrededores. La idea me asusto un poco mientras mi vista iba de izquierda a derecha tratando de encontrar una imagen familiar, un indicio del lugar donde me encontraba. El hecho de errar al continuar no me desanimo, quería saber dónde me encontraba, que tan lejos me encontraba y si eventualmente volvería donde todo empezó. La curiosidad se fue trasformando gradualmente en ansiedad mientras sentía como me alejaba cada vez más de casa. Seguro el local que visitaría había cerrado hace horas lo cual me hacía pensar en abandonar esta empresa, pero al mismo tiempo sentía pronto daría la vuelta y regresaría por donde había llegado dando una gran ciclo.

El tiempo avanzo mientras cada vez menos gente me acompañaba en el recorriendo, cada vez más vacío, sentí aquello como una mala señal ya que significaba no llegar a algún lugar relevante. Tenía que tomar una decisión y al ver otra vía similar pero en dirección opuesta me decidí. Descendí en un lugar desconocido, admirando con una montaña a mi espalda que siempre estuvo lejana en las memorias, observando continuar el camino aun alejándose y adentrándose en lo irreconocible.

Me encontré en una calle solitaria con una vaga idea de lo lejos de donde debía estar. La espera fue corta y pude ascender con facilidad esperando el volver a caminos conocidos. No sabía si me llevaría al hogar, pero tenía que hacerlo. Le vi avanzar por los ajenos sitios que había presenciado hace varios minutos, el miedo se convirtió en una simple ansia con la idea de estar regresando. Bajaría en el primer lugar familiar que encontrara.

Por: Yosefat Nava Alemán