miércoles, 15 de julio de 2015

El ángel negro [Letras]

La mayoría de tu gente se extrañaría solo de mi aspecto, pero sé que tú tienes algo más en mente, te preguntas por qué alguien como yo escogió el camino de la música, tocando a los que se fueron y los que están por irse. Quizás no quieras admitirlo pero he venido para tocar para ti, así que saciare tu curiosidad, escucha atentamente mi melodía y te relatare mi historia, la historia del músico conocido como el Ángel Negro.

La vida en las montañas era tranquila pero estricta, como miembro de la familia líder de la aldea tenía una gran responsabilidad, entrenaba en el uso de la espada, y estudio sobre nuestros antiguos héroes y dioses, esperaba algún día servir como nexo entre los dioses y mi pueblo. Por las noches siempre caminaba a el risco más alto sobre el pueblo y me lanzaba por los aires a batir mis hermosas plumas grises, esperando que eso me fortaleciera para mi futura Caminata por los Cuatro Vientos, el exilio de nuestro pueblo donde los jóvenes se hacen adultos cuando pueden volver volando a casa, mi única idea era ser digno del nombre de mi familia y servir a mi pueblo.

Era primavera, me dirigía al viejo risco como siempre, pero el silencio de la noche fue interrumpido por un suave sonido de violín, ahí se encontraba un joven plumas doradas y plateadas descansando en el risco mientras tocando y cantando a las estrellas, le había visto antes pero nunca le había prestado atención ¿Por qué debería? Pero aun así no pude evitar detenerme mientras le escuchaba. Siempre estaba pensando en prepararme para ser digno de mi gente, así que me sorprendí un poco el tomarme el tiempo para simplemente... disfrutar el momento y relajarme. Me quede más de lo que había pensado, en cuanto recordé el motivo que me traía, me aleje sin dirigirle la palabra y planear por los aires.

Llego el verano y continúe visitando el risco, cada noche estaba él practicando su música, no pude evitar con el tiempo cruzar palabra con él, practicando cada noche para mejorar su maestría, los caminos eran distintos pero las metas de cierta manera similares y terminamos formando amistad. Solíamos pasar la noche contándonos historias, yo le contaba las leyendas sobre lo que me enseñaban de nuestras tradiciones y deberes con los dioses mientras que él hablaba sobre historias que había escuchado de su familia de ciudades, cantinas y castillos donde vivían en las extrañas tierras humanas y a veces tratábamos de componer canciones, aunque los resultados solían ser terribles.

En el otoño llego y avanzo  rápidamente, no había mucho tiempo para el ocio ya que teníamos que asegurarnos de que las provisiones para el invierno fueran suficientes, conseguir madera para el fuego, proteger las casas y en el caso de todos los jóvenes de mi edad, disfrutar los últimos meses en casa antes de iniciar la caminata por los Cuatro Vientos. El frio poco a poco aumentaba, pronto dejaría de tener tiempo para escuchar la música en aquella cima. El frio no me permitiría volar y planeaba iniciarme como acólito del invierno, rindiendo tributo a un antiguo héroe de nuestro pueblo, Kithin "El padre de la nieve", que procuraba fuego en el invierno, cuidador de las almas de nuestros caídos e intercediendo por nosotros a los dioses de la muerte.

El invierno llego con una ola helada que hacia tiritar las plumas, subí al risco a despedirme mientras empezaba a caer la primera nieve del año. Le pedí prestado su violín y tocar una solemne canción como me había enseñado durante el año como agradecimiento, era un momento triste pero al mismo tiempo festivo. El panorama se había vuelto blanco y estaba a punto de irme cuando me pareció ver que una estrella bajaba del cielo, se estrellaba cercas de donde nos encontrábamos y lo invite a una última aventura para ver que había sido aquello. No le gustaba la idea de ir tan lejos desarmado, pero lo llame cobarde y plane montaña abajo para que me siguiera, no pensé que tuviera tanta razón cuando dije que sería nuestra última aventura.

La nieve que continuaba cayendo copiosamente, si queríamos ver que había sucedido tendríamos que actuar rápido o perderíamos el rastro en por la nevada, ambos planeamos por la montaña y nos alejamos más del pueblo de lo que habíamos hecho antes ante el furor de llegar a la estrella. Llegamos a una meseta cercas de donde pensábamos que había caído pero una fiera hambrienta nos intercepto, saque mi espada para defendernos saltando hacia aquel animal e hiriéndolo en una pata, pero me devolvió el favor con sus garras derribándome de un zarpazo. Mis plumas grises se mancharon de rojo y perdí el conocimiento...

Desperté adolorido, pregunte por lo que había pasado y si mi amigo se encontraba bien. Un guardia vio la estrella caer y decidió investigar, nos encontró en peligro y cuando la bestia estaba a punto de matarme, aquel de las plumas doradas y plateadas se había interpuesto recibiendo el feroz ataque. El guardia había descendido del cielo atravesando a la bestia con una lanza, pero era tarde para él, lo había hecho venir desarmado y todo era mi culpa. No podía dejar de pensar en que le había llamado cobarde cuando realmente yo fui el necio.

Quería pedir perdón con todo mi espíritu, rece al señor del invierno por una oportunidad de redimirme. Llevaron su cuerpo a nuestra cima, el lugar más cercano al cielo. Mi plumaje seguía manchado de sangre y salí aun con el dolor de las heridas aun frescas para darle el último adiós. La gente me abrió el paso cuando llegue, rece y prometí que daría lo que fuera porque mis disculpas fueran escuchadas. Abrí los ojos para presenciar ante mí al espíritu de mi compañero observándome de forma burlona, como si solo estuviera esperando mis palabras para partir.

Le tenía frente a mí pero ni una silaba salía de mí, los demás parecían observarme de forma extrañada y mi vista se posó en el instrumento que uno tenía en sus manos. Alce la ala esperando que entendiera y me presto su instrumento, el entendería la melodía, después de todo me enseño a apreciar la música. Tocar una canción en su honor, no había podido abrir el pico pero sabía que aceptaba mis disculpas mientras se desvanecía en el viento. Prometí pasar cada día de mi vida honrando ese milagro,

Después de eso, las manchas de sangre se convirtieron en manchas negras que negaban borrarse de mis plumas, con el tiempo las manchas se expandieron, lentamente, hasta que mi plumaje gris se volvió casi completamente negro, quedando  una pluma blanca que me recordaba que debía agradecer el seguir con vida. Cada día practico con el violín, ofreciendo música a mis dioses.

Cambie mucho desde entonces, cargaba el deseo de dos en mi alma, música y devoción, perdí interés en el futuro que siempre había pensado que tendría. Llego el tiempo de mi Viaje de los Cuatro Vientos. Ya no tenía idea de cómo sería mi futuro, o si tendría alguno, empecé a vagar compartiendo mi triste música, dando mis condolencias por los difuntos, recordándoles que aun en el triste final de la existencia, uno debe sonreír y partir a la próxima vida sin remordimientos.

Espero que esta historia resuelva tus dudas, desde entonces he tocado en innumerables funerales y clínicas, deseándoles un buen viaje. Ahora que estas por partir, te pediré un favor a cambio de mi historia, si encuentras a alguien como yo con plumas doradas y plateadas, dile que lo saluda Yflein. Ahora, descansa en paz.
Por: Yosefat Nava Alemán

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